Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 1 de mayo de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: nº 143, 4345 a 4347
Tema: Continúa la discusión sobre el dictamen de la Comisión relativo a la anulación de la concesión del ferrocarril de Sevilla a Cádiz.

 Leída la enmienda al artículo 3º, inserta en el Apéndice primero al Diario núm. 131 se anunció que quedaba retirada, dijo

El Sr. SAGASTA: Desearía que la Comisión me dijese si tiene inconveniente en introducir en este artículo una adición que se ha introducido en otro proyecto, que es el de Socuéllamos a Ciudad-Real, en donde se dice : "siempre que no se oponga a las prescripciones de la ley general de caminos de hierro." Desearía que del mismo modo se hiciese aquí esa adición:" siempre que no se oponga a lo que determina la ley general de ferrocarriles;" porque pudiera suceder que hubiera prescripciones, tanto en las construcciones particulares como en la ley, que se opusieran a lo que la ley general de ferrocarriles prevenga. Si la Comisión tiene inconveniente en esto, retiraré mi observación.

Aprobada la enmienda al art. 5º.: " Quedarán a favor de la empresa concesionaria las obras ejecutadas y materiales acopiados."

En su apoyo dijo

El Sr. SAGASTA: La enmienda que otros seis señores Diputados y yo hemos presentado a la consideración de las Cortes Constituyentes, puede decirse que es el resultado a que iban encaminadas las observaciones que ayer tuve el honor de hacer. Si aprobáis esta enmienda, Sres. Diputados, admitís y aceptáis aquellas observaciones; si, por el contrario, la desaprobáis, desecháis los argumentos que aduje en apoyo de aquellas ideas; pero téngase en cuenta, y conste así, porque me importa mucho que conste, porque es conveniente que conste, que desecháis esos argumentos sin rebatirlos. Todos los argumentos, absolutamente todos los que hice ayer aquí, están todavía en pie. Mi amigo el Sr. González de la Vega y mi amigo el Sr. Sánchez [4.345] Silva celosos por encima de toda consideración, celosos representantes de los intereses de sus respectivas provincias, según declaración de los mismos, miraron esta cuestión por el prisma de afección de localidad, y ésta fue la que condujo al primero hasta la aberración de suponer que el Guadalquivir no era navegable, que para la mejora de la navegación de este río se necesitaba un capital de 100 millones, y ocho años para la construcción de estas obras; prisma, Sres. Diputados, que condujo también al Sr. Sánchez Silva a ver lo que no existe, lo que no es posible que exista; que le hizo ver variada la naturaleza geológica del terreno que atraviesa el ferrocarril, y ver al pie de éste poblaciones que están a larga distancia, y no sé yo cómo no dijo, dejándose llevar de su fecunda y meridional fantasía, que al pie de ese ferrocarril iban a colocarse Barcelona, Zaragoza, Valladolid, y hasta Madrid.

Yo había pedido la palabra para contestar a varias alusiones que el Sr. Sánchez Silva tuvo a bien dirigirme, y para rectificar las muchas exageraciones y las no pocas inexactitudes que llevado del amor a su país cometió. Pero después varié de parecer, porque creí que era más conveniente dejar de contestar, más bien que a razones del Diputado de la Nación, a los desaciertos del Diputado de provincia.

El art. 5.° del dictamen dice así:

" Quedarán en favor de la empresa concesionaria las obras ejecutadas y materiales acopiados, y se le dará además un subsidio de 600.000 rs. por legua en metálico, o su equivalente en acciones de ferrocarriles a precio de cotización del día en que deba efectuarse su pago, el cual se hará a medida que vayan estando las leguas concluidas y dispuestas para la circulación."

Pues bien, señores; desde Sevilla a Jerez hay próximamente 18 leguas; la subvención de 600.000 rs. por legua que se os pide para la construcción de ese ferrocarril asciende próximamente a 12 millones de reales. El importe de las obras ejecutadas y de los materiales acopiados, según declaración de los señores individuos de la Comisión, viene a ser de 5 a 6 millones. Total de subvención, 18 millones. Pues admiraos, señores Diputados; el contratista de ese ferrocarril, el que ahora pretendía ser su concesionario, el que el señor Sánchez Silva quiere que lo sea, ese contratista ha dicho bajo su firma que él se compromete a construir el ferro-carril de Sevilla a Cádiz, me parece que por 45 millones. Pues bien: si el ferrocarril de Sevilla a Cádiz cuesta 45 millones, es claro que no pasando de Jerez, quedará reducido su valor a unos 30 millones de reales. Pues para un camino de hierro que cuesta 30 millones de reales según el contratista, vais a dar 18 millones de subvención; es decir que vais a dar más de la mitad del importe total de esta línea. Yo había creído hasta aquí, y vosotros también, que para las líneas principales, que para las líneas importantes de la Península, que el país reclama con mucha urgencia, vendríais a dar una tercera parte de subvención: pues sabed que dais más de la mitad para un camino que está, muy lejos de ser una línea importante, y mucho más de ser líneas necesaria, pues como ayer demostré, es una línea innecesaria, completamente innecesaria, es una línea de mero lujo, y las razones que di ayer están aun en pie, como lo han demostrado los señores González de la Vega y Sánchez Silva, porque no han rebatido ninguna. Pero no es esto lo más singular; lo más singular es que la Comisión, a quien yo combatí, no sólo no ha contestado a ninguno de mis argumentos ni ha echado abajo ninguna de mis razones, sino que las ha confirmado. ¿Qué dijo ayer el único individuo de la Comisión que tomó parte en el debate? Dijo leal y francamente que aceptaba mis ideas; que el ferrocarril de Madrid no debía llegar mas que a Sevilla, sin pasar de allí, porque Sevilla está en comunicación con Cádiz por medio del Guadalquivir, por el cual podrán llegar a Cádiz hasta fragatas, si se hacen las obras que se han proyectado y están pendientes de la resolución del Ministerio de Fomento. Entonces Sevilla será continuación del puerto de Cádiz y suplemento de ese puerto, porque Cádiz nunca podrá ser un gran puerto, porque es imposible que lo sea, a no ser que enterremos allí millones sobre millones.

Pues bien, señores; cuando se trata de un río que podrán surcar los buques que vengan de mar adentro, y que podrán surcar fragatas con una obra sencilla, no de ocho años, como dijo el Sr. González de la Vega, sino de dos años, ¿vamos a dar 18 millones para un ferrocarril innecesario? ¿Y para qué? ¿Para que abandonemos la única vía navegable que tenemos en España, la vía navegable que podrá ser una de las más importantes de Europa?

Dieciocho millones de reales, Sres. Diputados, vais a invertir en un ferrocarril innecesario. ¿Y cuándo? No ya cuando no tenemos caminos de hierro; no cuando nos faltan que hacer estas importantes obras. ¿Pero sabéis cuando? Cuando tenéis abandonadas carreteras empezadas que se están estropeando; carreteras empezadas desde hace treinta años, ¡vergüenza causa decirlo! pero es preciso; carreteras que no se han concluido, ni sé cuándo se concluirán. ¿Y cuándo vais a dar 18 millones para una obra de lujo? Cuando las diligencias y carruajes están volcando en los caminos porque están completamente destruidos. En estas azarosas circunstancias, en este lamentable estado vais a regalar 18 millones para una obra innecesaria.

Pero decía ayer el Sr. Montesino: la Comisión no propone 600.000 rs. de subvención por legua; no quiere dar 18 millones para la construcción del camino de Sevilla a Jerez; lo que hace es fijar esa cantidad como tipo para la subasta; por manera que los 18 millones pueden reducirse a 10, a 4, quizá a cero. iAh Sr. Montesino! ¡No parece sino que S.S. ha olvidado lo que son esas subastas; no parece sino que se ha dejado llevar de la fascinación de tantos como creen en la teoría de las subastas! ¿Queréis saber, Sres. Diputados, lo que va a suceder con los 18 millones que se fijan como tipo para la subasta? Que si hay verdaderos licitadores, esos18 millones van a servir de base a un agio escandaloso, al indigno comercio de las primas, y parte de ellos, si no todos, van a servir para engrosar el bolsillo de cuatro agiotistas; y si no hay más que un licitador, los 18 millones que se ponen como tipo serán los que daréis como subvención.

Por manera que yo presumo que estos 18 millones los sacaremos, no lo dudéis, del sudor de los pueblos, para meterlos en los bolsillos de unos cuantos agiotistas. Este será el resultado de esa subasta; este y no otro es el resultado de subastas de esta especie.

Yo no me opongo ni puedo oponerme a que se conceda la construcción del ferrocarril de Sevilla a Jerez. Si se cree conveniente el establecimiento de esa línea, por más que yo crea que es un error, hágase en buen hora, pero no con el sacrificio de las demás provincias del resto de la Nación. Tampoco me opongo a que se inviertan esos 18 millones en obras públicas; no [4.346] digo 18, sino 20, 30, 1.000 si es necesario; lo que quiero es que se inviertan de una manera prudente y que puedan producir beneficios al país. Lo que no quiero es que los gravámenes que a los pueblos se imponen se gasten en obras de lujo, cuando las obras de absoluta necesidad están reclamadas imperiosamente por odas partes. Esto no lo quiero, no lo puedo querer, no lo querré nunca, y contra ello me opondré con todas mis fuerzas.

Luego se dice que tomo estas cuestiones con calor. Claro es que las tomo, precisamente porque son cuestiones de intereses materiales. Se dice que me incomodo.¿No me he de incomodar, cuando ya no hay paciencia que baste para sufrir este lujo de despilfarro? Por estas cuestiones, señores, de intereses materiales, tomo calor; en cambio, una gran parte de los Sres. Diputados toman con calor el tratar las cuestiones políticas, cuando la mayor parte de ellas son de muy poca importancia para los pueblos. En cambio, Sres. Diputados, vosotros tomáis con calor y os incomodáis cuando se habla de dar más o menos libertad a la emisión del pensamiento, a la conciencia. Todo eso es muy bueno, yo también lo tomo con calor; pero debo tomarlo con más al tratarse de las cuestiones de interés material, que son las que importan verdaderamente a los pueblos. Me incomodo, tanto más, cuanto veo que no se da la importancia que en sí tienen a esas cuestiones de interés material, a las que debe darse la preferencia, pues las políticas son de segundo orden respecto de las otras.

Echad una rápida ojeada sobre las Naciones más prósperas de Europa, y las veréis también dar más importancia a los intereses materiales. Echad una rápida ojeada sobre las Naciones mas adelantadas en política, y se verá cómo se han dedicado a la mejora de los intereses del país. Las cuestiones de intereses materiales desarrollan la industria, fomentan las artes, aumentan la civilización, ilustran las inteligencias, y la industria y las artes y la inteligencia y la civilización son los caminos que tiene que recorrer la política para ser prudente, para, que llegue a ser una política sabia. Las cuestiones de interés material son la base de todas las demás y a las cuales debéis dar la preferencia como lo hago yo. (El Sr. Sánchez Silva pide la palabra para una alusión personal.) Pues qué, ¿no pesa nada en vuestro ánimo que hoy impongamos al país un sacrificio de 18 millones de reales, mañana otro de 20, otro de 30 pasado mañana? ¿Queréis que no se tome con interés y con calor la buena, la conveniente, la prudente inversión de estos sacrificios que el país hace en aras de su prosperidad? Pues algo más importa esto que la mayor parte de las cuestiones políticas.

Por eso, Sres. Diputados, tomo con calor estas cuestiones de intereses materiales; por eso me incomodo cuando no se tratan con el detenimiento que su importancia requiere, y ¡ojalá que todos hicierais lo mismo! Más os lo había de agradecer el país.

Para no molestar más la atención del Congreso, diré que la enmienda que propongo se reduce a lo mismo que la Comisión propone, quitando la subvención

que ésta señala, y la quito, tanto por las razones que ayer manifesté, cuanto por las que expuso el Sr. Sánchez Silva.

Su señoría nos decía ayer: ese camino tiene un gran porvenir de inmensos resultados. En ese caso no es necesario subvención. ¿Sabe S.S. cuál es el objeto de la subvención? Es dar un auxilio a los capitalistas, bien disminuyendo los capitales de establecimiento, bien aumentando sus réditos; para que, sin embargo de que los productos líquidos sean pequeños, puedan constituir un interés proporcional. Pues según el Sr. Sánchez Silva, si han de ser tan grandes los productos de ese camino y sus resultados han de ser tan ventajosos, es claro, es evidente que el camino de Sevilla a Jerez no necesita subvención de ninguna especie.

Y eso es lo que resulta con los caminos en Cataluña: allí se hacen caminos y no se piden subvenciones. ¿Y por qué? No porque sean de poca importancia esos caminos, sino porque están construidos de manera que dan productos correspondientes al capital invertido. Pues en el mismo caso se halla el camino de Jerez a Sevilla, según dice el Sr. Sánchez Silva. Ya ve S. S. si soy generoso: admito sus razones; pero sean las de S.S. o las que yo he dado ayer, y que no se han rebatido, venimos a sacar la consecuencia de que no debemos dar la subvención que se propone. Por consiguiente, Sres. Diputados, guardad esos 18 millones para otros objetos; emprended otras líneas más importantes, que buena falta os harán, y no los empleéis en una obra que por ahora no ha, de dar otro resultado para los pueblos que el sacrificio de esa enorme cantidad. He dicho.



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